domingo, noviembre 15, 2009

ALGO SOBRE LA FELICIDAD
Tenía un buen trabajo fijo, una buena casa, un sueldo muy “apañado”, y un buen coche. Se había hecho respetar por sus paisanos, oír por sus contertulios, y leer por más lectores de los que hubiera imaginado, en cualquiera de los distintos soportes en los que publicaba sin problema. Tenía un televisor de plasma con pantalla panorámica, un PC y dos portátiles, una mujer elegante, dos hijos sanos, un chalet en el extrarradio, y una suegra que estaba orgullosa de él. ¿Puede desear más un hombre? Tenía la gloria, no el cielo, en miniatura, pero aun así no podía sentirse feliz, porque en su eterna búsqueda de la felicidad, y cuando había llegado al destino deseado, parecía que el horizonte siempre estaba más allá.

Recordó que de joven le hubiera bastado un aprobado para ser feliz -estaba seguro de haber sido feliz alguna vez-, luego un “sí quiero”, luego una palmada en el hombro o un 5 en la nota final de las oposiciones, y comprendiendo que había llegado varias veces a sus metas sin reconocerlas, decidió retroceder sobre sus pasos. Y -dicho y hecho-se divorció, perdió la mitad de su patrimonio, y el contacto cotidiano con sus hijos, en pos de tomar posesión de esos puntos de llegada un día alcanzados , y que se le habían pasado desapercibidos.
CReoa que cada día sigue mirando en todas direcciones, recalando en cada puerto, y viendo la felicidad, esa frágil burbuja que se que sólo nos envuelve cuando no estamos despiertos, a la justa distancia que separa la gloria del cielo: Un abismo.

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